Hoy en día, el desarrollo personal es, sin duda, de utilidad pero, ¿es la única manera posible de darnos la oportunidad de encontrar nuevamente el sentido y conectar con el misterio? ¿Qué nos propone el desarrollo impersonal?
Se ha vuelto difícil ignorar este mandato de la felicidad que forma parte integral de nuestra sociedad. De hecho, una ola de libros y vídeos sobre el desarrollo personal ha invadido nuestras bibliotecas y pantallas desde hace varios años. Considerados como guías, vademécums para el bienestar diario, estos libros repletos de consejos prácticos tienen como objetivo proporcionarnos herramientas valiosas para alinearnos con nosotros mismos y vivir una vida más armoniosa y auténtica. Reflejo de un sistema de valores heredado de la doctrina protestante del éxito individual y pilar de la filosofía individualista del neoliberalismo, el desarrollo personal se aleja mucho de la doctrina mística que antiguamente se llamaba quietismo, difundida en los siglos XVII y XVIII, y que enseñaba la pasividad en el camino espiritual y radicaba en la vida contemplativa. Hoy en día, el desarrollo personal es, sin duda, de utilidad pero, ¿es la única manera posible de darnos la oportunidad de encontrar nuevamente el sentido y conectar con el misterio?
Es lo que el escritor francés, Luc Bigé, explora en El enigma de mi vida, hacia un desarrollo impersonal. Pero no solo, porque su obra y su recorrido tienen como hilo conductor una exploración de las leyes y de la organización del mundo simbólico, así como de la complementariedad entre varios enfoques. Además de la vía científica —considerada como el único camino del conocimiento— introduce otros tres enfoques, entre los cuales está el simbólico (siendo el símbolo el lenguaje de la naturaleza y del inconsciente). Ubicado en el cruce de distintos mundos, este prolífico y ecléctico escritor tiene la capacidad de vincular diferentes enfoques y realidades con el fin de abrirnos a una visión holística y a la integración de un entendimiento más global. En efecto, ex bioquímico, investigador, escritor, filósofo, simbolista y conferenciante, aboga por una aproximación más poética para entender la realidad ya que considera que una mera visión mecánica no es suficiente para abarcar toda su complejidad.
En esta reseña, compartiré con vosotros la definición del desarrollo impersonal planteada por Luc Bigé desde esta interdisciplinariedad. Nos aproximaremos luego a los motivos que hacen que perdamos esta conexión con el mundo del misterio y veremos cómo podemos volver a encontrarla puesto que no es una fatalidad irreversible. Según él, los tiempos difíciles que estamos atravesando se deben al hecho de que hemos rechazado a la vez la realidad de un contacto inmanente y la idea de trascendencia, es decir, la conexión horizontal y vertical, mientras seguimos buscando el amor como podemos, siempre más y en el lugar y en la dirección equivocados. Pero podemos remediarlo «al abrirnos a la gratitud, al desarrollar el arte de sentir a los demás alrededor nuestro, a los seres de otros reinos, a los campos magnéticos» y, por otra parte, «al dejarnos fecundar por la trascendencia».
El desarrollo impersonal según Luc Bigé
Si el desarrollo personal se centra en el bienestar, el desarrollo impersonal tiende hacia el «másestar». La noción de ampliación que caracteriza el desarrollo personal se traduciría más bien por el hecho de «desentrañar capas» en el desarrollo impersonal con el fin de contactar con esta dimensión eterna de la naturaleza humana.
Se trata de lograr una especie de desapego sin, por supuesto, perder el interés por uno mismo: «quien verdaderamente ha encontrado su camino tiene pocas necesidades. Y no tiene una biografía. Ya no está interesado en sí mismo. Esto no significa que ya no se cuida, que se olvida de sí mismo: su persona se convierte en el vehículo que hay que cuidar y mantener para adaptarlo lo más posible a su misión. Una misión contraída internamente, reconocida, aceptada y entendida. A partir de este momento ya no tiene necesidad de compensación: se nutre de la obra que actúa a través de él».
«Ésta es la gracia del desarrollo impersonal. Todo lo que pensábamos que era tan importante se desvanece, no porque esté resuelto sino porque ya no le damos importancia. […] Para que finalmente podamos respirar. Abrirnos a la alegría del mundo y simplemente participar».
No hay receta
Luc Bigé nos recuerda acertadamente que: «Si cada uno de nosotros no habita sus verdaderas necesidades y sus verdaderos límites, es el planeta entero el que va a explotar. Cada individuo tiene un deber hacia la verdad en relación con su esencia». Si bien destaca la urgencia de este proceso, subraya, sin embargo, que no tiene solución ya que «precisamente, no podemos encontrarla buscándola». Añade que la solución provendrá de cada persona que se atreva a expresar su verdad, la esencia de su alma y a amar y que «es una lucha para cada uno de nosotros. Contra el miedo a no triunfar, el miedo a tener carencias, contra todas estas patologías que arrastramos. Pero para ello debemos aceptar que la vida es una lucha heroíca y no una búsqueda obstinada de seguridad».
Aprehender su vida como un enigma ya es un buen punto de partida
En lugar de considerar la vida como un espacio que rellenar —adquisicions materiales o relativas al desarrollo personal como el conocimiento, la libertad, la sabiduría—, el primer paso consistiría entonces en considerar nuestra vida como un misterio porque «si lo reconozco y me abro a él, me conecto inmediatamente al gran misterio de la vida, y me vuelvo de repente extrañamente disponible a él. Mis representaciones caen… Algo se deshace, se despeja y se vuelve infinitamente simple».
Por tanto, los pasos siguientes serían tomar conciencia y liberarse de la primacía del hacer sobre el ser en nuestras sociedades ; un «sistema de valores probablemente heredado del protestantismo». Luego, comprender que las leyes del mundo externo y las del mundo interno están invertidas.«En el mundo exterior es justo hacer cosas, actuar, luchar. Pero explorar el mundo interior atañe casi a funciones contrarias: luchar resulta ser infructuoso. Hay que entrar en uno mismo con desnudez, fragilidad y una delicada atención. Es entonces cuando el falso yo comienza a resquebrajarse… ». Esto es lo que nos llevaría a una simplificación más que necesaria. Y al estar de pie ante este «gran vacío interior que pretende tragarlo todo se producirá este vuelco».
El autor nos indica que hay varios caminos posibles, ya sea «el camino del soberano, que explora el mundo interior a través de la oración, la meditación o el ejercicio de un poder vinculado a una trascendencia»; «el camino del guerrero, que se encuentra a sí mismo a través del combate heroico»; «o también, el camino del creador —artesano, artista o investigador— que dedica su vida a la creación de su obra.» Estos diferentes caminos constituyen una forma de revelar la belleza: «Es un proceso durante el cual algo sucede. Brindo un servicio a la comunidad produciendo belleza, porque es el camino de mi alma».
¿Por qué perdemos el sentido del misterio ?
En este libro, el autor se propone explicar las razones por las que perdemos el sentido del misterio. Entre ellas, podemos destacar :
– un ambiente poco receptivo: señala que el número de personas que han tenido experiencias de conciencia no ordinarias ronda el 30 o 40% y, sin embargo, nadie habla de ello;
– la educación que exalta la separación. Según él, la educación actual crea un hábito de racionalidad y competitividad difícilmente compatible con el sentido del misterio. Además de fomentar la separación, crea una sensación de urgencia, de falta de tiempo que no deja mucho tiempo para soñar;
– la conquista del espacio exterior que obstaculiza el despliegue del espacio interior: «Cuanto más estamos en la conquista del espacio (físico, psicológico, económico, etc.), más estamos del lado del objeto y del tener. Cuanto más estamos del lado del tiempo, más estamos del lado de la inmovilidad y de la presencia al Ser»;
– la sociedad de consumo o de «consuelo» y el capitalismo: recalca el hecho de que resulta difícil emprender este camino heroico al recibir tantas recompensas, ganancias o placeres como modo de compensación por el sufrimiento. Añade que el capitalismo es «una doctrina sumamente poderosa. Ha logrado aplastar a casi todas las demás culturas del planeta prometiendo la gratificación instantánea de todos los deseos. Esta es una promesa muy poderosa, pero también muy regresiva. […] La satisfacción de los deseos cortocircuita todos los demás procesos, pone fin a todo el resto».
¿Cómo volver a encontrar el sentido del misterio?
El autor nos ofrece varias pistas para recolectar con el sentido del misterio. Citemos algunas claves para activarlo:
– el reconocimiento de su propia fragilidad: « En la tristeza nos acercamos al Yo. […]: si la atravesamos, encontramos esta dulzura, esta fragilidad interior que es la presencia y el lugar exacto de lo vivo en nosotros»;
– la aceptación del vacío interior: si tenemos el coraje de entrar en ese vacío, «de allí surge el amor, y de allí muere el deseo de ser amados»;
– el hecho de cultivar la alegría, la gratitud, la bondad, la compasión y la cooperación. «La gratitud no es un agradecimiento por un regalo recibido; escapa a la lógica del don y del contra-don. Es un estado natural vinculado a una conciencia global del sistema»;
– una mejor comprensión del lenguaje del cuerpo físico que nos habla de la sensación, y del cuerpo intuitivo, que nos habla del lenguaje del alma porque a diferencia del pensamiento o de las emociones —que son «el lugar de todas las creencias y de todas las ilusiones»—, éstos nunca mienten;
– la reconexión con la intuición porque es transformadora: «Se trata de escuchar… Nos abrimos a los señales, a las sincronicidades, a los encuentros, nos ponemos a disposición de lo desconocido, de lo improbable»;
– la aplicación del protocolo científico basada en la incertidumbre, es decir, «avanzar permanentemente en una dirección que nos hemos marcado pero dudando constantemente». Según Luc Bigé, «la ciencia está, desde este punto de vista, a un paso por delante del campo espiritual. En ciencia no hay maestro. Sólo hay un método»;
– comprender, amar, transformar: «Comprender es una forma de conocer que nos permite amar. Y amar nos hace libre. Permitirse y permitir a los demás este espacio para la transformación». Y este proceso lleva inevitablemente a abandonar el juicio que solo constituye une « vana tentativa de definir los contornos y el lugar del bien y del mal, de identificarse con uno de ellos para disociarse más.»
El juego de la vida
Finalmente, otra exploración podría ser la de adoptar el punto de vista del universo: «Hegel decía que el objetivo del universo es tomar conciencia de sí mismo. Así que el universo inventó los ojos para verse a sí mismo[…]. Inventó los oídos para oír, las lenguas para hablar y las bocas para conocerse, saborearse.» Todas las preguntas acerca del sentido, del yo, del alma, del bienestar, de la seguridad, etc., son según él, representaciones parciales de un conjunto mucho más inmenso que nos es extremadamente difícil entender pero que, sin embargo, existe.
En última instancia, solo hay la fuerza de la vida. El autor nos recuerda que abordamos esta vida «sólo desde nuestro pequeño punto de vista humano» y que estamos lejos de conocer sus «poderes inhumanos.»
¿Y si el fin de la vida fuera solo la vida ? «No hay ningún problema. Simplemente existe… este magnífico cosmos, la magnificencia de este gran juego.»
Reseña publicada en Lectura-abierta.com